Affaire MIRANDA

Wednesday, December 15, 2010
















Affaire MIRANDA

Tragicomedia en un acto

Pablo Brito Altamira

© Pablo Brito Altamira 2006








I.

CALABOZO DE LA CARRACA. CATRE, ESCRITORIO, UN BAÚL, UNA VENTANA Y UNA PUERTA CERRADA. MIRANDA SE LEVANTA, SE DESPEREZA, SE ASOMA A LA VENTANA.
ENTRA CARCELERO.

MIRANDA: ¿Quién eres tú?

CARCELERO: Soy vuestro carcelero, mi General.

MIRANDA: No lo creo. Mis carceleros son la estupidez y la cobardía de mis compatriotas.

CARCELERO: Me han dicho que sois un héroe.

MIRANDA: Todavía no. Me harán héroe cuando haya muerto. Pondrán estatuas mías en las plazas para que los pájaros me caguen en la cabeza y  mis ideas se olviden.

CARCELERO: ¿Puedo serviros en algo?

MIRANDA: Sí: Quiero recado de escribir, comida, vino y una mujer.

CARCELERO: Podríamos arreglar eso si...

MIRANDA: Ya te pagaré; todavía me quedan algunos amigos. Ve y busca lo que te he dicho.

CARCELERO: (SE CUADRA) Sí, mi General.

SALE CARCELERO.

MIRANDA SE SIENTA AL ESCRITORIO Y SE QUEDA DORMIDO. VARIAS SOMBRAS SE ACERCAN Y LO RODEAN.

LEVANTA LA VISTA Y LAS OBSERVA.

SOMBRA1: (VACILANTE, LE ENTREGA UN DOCUMENTO) En nombre de la República, quedáis arrestado.

MIRANDA: (LEVANTÁNDOSE, AIRADO) ¿¡En nombre de la República!? !

SOMBRA1: (INTIMIDADO)...Podéis pedir lo que queráis.

MIRANDA: Quiero una linterna.

SOMBRA2 SE ACERCA CON LA LINTERNA Y SE LA ENTREGA. MIRANDA, RECORRE CON ELLA LOS ROSTROS,
QUE DESCUBRIMOS ENMASCARADOS, SALVO UNO, EL DE UN JOVEN UNIFORMADO, QUE BAJA LA VISTA.

MIRANDA: ¿También tú, Bolívar? ...¿O debo decir Brutus?

DOS SOMBRAS LO TOMAN POR LOS BRAZOS Y LO CONDUCEN FUERA DE ESCENA. SALEN TODOS.


II.

MIRANDA ESTA EN EL ESCRITORIO, DORMIDO. CATA (JOVEN BELLA, ALGO DESALIÑADA)  JUNTO A ÉL, LO
OBSERVA.

MIRANDA DESPIERTA.

CATA: Soñabais. Discutíais con un tal Simón. ¿Lo conocéis?

MIRANDA: (SE DESPEREZA) Creía conocerle, pero... ¿Quién puede conocer a un mantuano?

CATA: ¿Mantuano? Perdonad, pero yo...
.
MIRANDA: Los llaman así porque llevan un manto que les está reservado para mostrar su poder...Y para ocultar sus felonías.
Humillaron a mi padre, y a mí, desde que era pequeño. Treinta años más tarde cometí el error de creer de nuevo en ellos.

CATA: ¿Y qué pasó?

MIRANDA: Volvieron a traicionarme. Ya lo decía Rousseau: (SE LEVANTA Y RECORRE LA ESCENA, RECITANDO)

“Heme aquí, pues, solo en la tierra, sin más hermano, prójimo, amigo ni sociedad que yo mismo. El más sociable y el más amante de los humanos ha sido proscrito de ella por un acuerdo unánime. Han buscado en los refinamientos de su odio qué tormento podía serle más cruel a mi alma sensible y han roto violentamente todos los lazos que me ligaban a ellos."

(A CATA)

¿Cómo te llamas?

CATA: Catalina, pero me dicen Cata.

MIRANDA: (RIE, MIRANDO HACIA ARRIBA)) Te repites, Destino. Nací en Caracas y ahora estoy en La Carraca. Me inicié con Catalina La Grande y ahora estoy con Catalina la pequeña... ¿Será que voy a morir?

CATA: No digáis eso.

MIRANDA: ¡Mujeres! Creéis que  por decir las cosas acabarán por ocurrir. Si así fuera, mi patria sería ya una nación libre, soberana y democrática. Llevo toda mi vida diciéndolo, anunciándolo, proclamándolo, prometiéndolo.

CATA: He oído que luchan contra España.

MIRANDA: Luchan contra ellos mismos. Combaten una tiranía para imponer otra peor. Mi tierra es como esas mujeres que para huir del yugo de su padre se casan con un hombre que les pega todos  los días.

CATA: No ha encontrado a alguien que la quiera de verdad.

MIRANDA: Sí que lo encontraron, pero no lo reconocieron, y lo rechazaron. No conocen otro idioma que el de los golpes.

(HACE SEÑAS A CATA DE QUE SE ACERQUE, ELLA OBEDECE. LA SIENTA EN SU REGAZO)

MIRANDA: ¿Qué edad tienes?

CATA: Veinte.

MIRANDA: A esa edad llegué yo a Europa. Creía que el mundo me pertenecía: todo era posible.

CATA: ¿Ya no lo es?

MIRANDA: Tal vez para ti. Yo tengo ya muy pocas fuerzas.

CATA: Mi abuelo decía que más vale maña que fuerza.

MIRANDA: Hombre sabio tu abuelo. Pero una cosa es que la sabiduría valga más y otra que sea más apreciada.

CATA: ¿Es como la belleza?

MIRANDA: ¿A qué te refieres?

CATA: Los hombres prefieren a las mujeres que llevan muchos afeites, tocados caros y alhajas vistosas. A esas las llaman bellas, a una...

MIRANDA: Considérate afortunada. Esas a las que te refieres sólo pescan gañanes.

CATA: Eso dice mi madre. Pero si es así, Vuestra Excelencia debería sentirse afortunado también.

(MIRANDA LA OBSERVA, SIN RESPONDER)

...Dicen que sois muy rico, y famoso, y que sois amigo de reyes y de ministros. Dicen también que habéis tenido muchas mujeres...

MIRANDA: Lo último  es cierto. Pero la única a la que amé de  verdad me ha rehuido siempre.

CATA: ¿Cómo se llamaba?

MIRANDA: Libertad.

CATA  LO ACARICIA CON TERNURA; EL SE DEJA HACER POR UN MOMENTO. LUEGO SE LEVANTA Y CAMINA HASTA LA VENTANA.

...Y aquí me tienes, prisionero como siempre. Primero fui prisionero de mis rencores, después, prisionero de los prejuicios y más tarde prisionero de mi época.

CATA: Pero habéis viajado mucho. Los prisioneros no viajan.

MIRANDA: Puede que tengas razón. Fui libre hasta que decidí liberar a otros.

CATA: Contadme.

MIRANDA: (CON EXPRESION NOSTALGICA Y TRISTE) Por años busqué apoyo y recursos para organizar la expedición. Quería llegar a mi país para entregar a todos el tesoro de las ideas que había recogido recorriendo el mundo.

CATA: ¿Para llegar a vuestro país hay que atravesar el océano?

MIRANDA: (SONRIE) Sí.

CATA: ¿Más allá del horizonte?

MIRANDA: Mucho más allá.

CATA: Entonces tengo razón yo: sois muy afortunado. Hay muchos que no regresan.

MIRANDA: En cambio, mi desgracia fue regresar. Con las manos vacías, además.

CATA: ¿Qué pensabais traer?

MIRANDA: La victoria.

CATA: Estar con vida es ya una victoria.

MIRANDA: Y tú eres ya toda una filósofa, pero no: hubiese preferido perder la vida si mi plan hubiese dado resultado.

CATA: ¿Cuál era vuestro plan?

MIRANDA: Desembarcar en costas de mi tierra y organizar a mis paisanos para que vencieran la tiranía.

CATA: ¿Y qué pasó?

MIRANDA: (AMARGO) Desembarqué.

CATA: (APLAUDE, COMO UNA NIÑA) ¡Bravo! ¿Y qué más?

LA ESCENA SE TRANSFORMA.

III.

VELA DE CORO, 1806.

CAMPAMENTO DE MIRANDA. BANDERA DE COLOMBIA ONDEA EN UN MASTIL.

ENTRA SOLDADO CONDUCIENDO A UN PRISIONERO DE RAZA INDIGENA, MUY JOVEN.

SOLDADO: La ciudad es nuestra, General. Los españoles han abandonado la posición.

MIRANDA: ¡Bien! ¿Y éste, quién es?

SOLDADO: Un nativo, mi General. Huía tras los españoles cuando lo aprehendimos.

MIRANDA: Soltadlo, no es un nativo, es un compatriota.

SOLDADO DESATA AL PRISIONERO. MIRANDA, CON UN GESTO, LE ORDENA QUE LO DEJE A SOLAS CON EL.  SOLDADO SALE. MIRANDA OFRECE ASIENTO AL PRISIONERO. ESTE REHUSA, ATEMORIZADO.

MIRANDA: ¿Cómo te llamas?

INDIGENA: Sebastián, mi Señor.

MIRANDA: También yo me llamo Sebastián, pero no soy tu señor, soy tu amigo. ¿Por qué huías?

INDIGENA: Tenía miedo, Señor. Dicen muchas cosas de vos.

MIRANDA: ¿Sí? ¿Y qué dicen?

INDIGENA: Que venís a cambiarlo todo, que mataréis a todos los amos.

MIRANDA: No vengo a matar a nadie.

INDIGENA: Entonces os matarán a vos.

MIRANDA: Sólo vengo a liberaros.

INDIGENA: ¿Liberarnos de qué, mi Señor?


IV.

ESCENA INICIAL. MIRANDA SE ACARICIA EL ENTRECEJO, COMO PARA DESPEJARSE DE UN MAL SUEÑO.

CATA: Sigue hablando de tus mujeres.

MIRANDA: Sí, tal vez sea mejor  hablar de ellas; el recuerdo es más dulce. Susan, Delphine, Sarah, la madre de mis hijos...

CATA: ¿Tenéis hijos?

MIRANDA: Sí, pero es como si no los tuviera, apenas los conozco: hasta eso sacrifiqué por mis ideas. Le puse el nombre de uno de ellos, Leander, al buque con que iba a liberar a mi país.

CATA: Leander es un lindo nombre. Es un nombre extranjero ¿Verdad?

MIRANDA: inglés, su madre es inglesa. Y el barco era norteamericano. Pensé que su nombre pasaría a la historia y mi hijo se sentiría orgulloso de ello. Al final tuve que venderlo para pagar parte de las deudas.

CATA: ¿Y la primera que mencionasteis, Susana? 

MIRANDA: Susan...Susan Livingstone. Una norteamericana rica; quería a toda costa que me quedara con ella. Fue en la época en que conocí a George Washington.

CATA: ¿El libertador de América?

MIRANDA: (COMO UN MAESTRO EN CLASE) Veamos. En primer lugar no es América, es apenas una parte de Norteamérica. Por otra parte, eso de "libertador"... Personalmente, lo encontré muy aburrido. Había gente mucho más inteligente que él, y más valiente también.

CATA: ¿Y la otra, la que se llamaba como yo?

MIRANDA: (SUSPIRA, NOSTALGICO) ¡Ah, Catalina, Catalina! La más grande dama que he conocido. Demasiado grande para mí, debo confesarlo: me llevaba veinte años de ventaja.

LA ESCENA SE TRANSFORMA.

V.

SALA DE LA CORTE DE CATALINA II. CATALINA Y MIRANDA PLATICAN.

CATALINA: Me han dicho que habéis viajado mucho.

MIRANDA: Pues bien, veamos: América del Sur, España, África, Las Antillas, América del Norte, Inglaterra,  Prusia,  Francia, Italia, Suiza, Grecia, Turquía, ahora Rusia…Pienso conocer próximamente Escandinavia.

CATALINA: Hablan mucho de vos… Y dicen que los españoles no os miran con buenos ojos.

MIRANDA: Intrigas, calumnias.

CATALINA: ¿Envidia, tal vez?

MIRANDA: Le temen a la libertad.

CATALINA: Sobre todo si se trata de la libertad de sus colonias. ¿No es así?  No me extraña que os persigan si andáis diciendo por ahí que buscáis la independencia de Suramérica.

MIRANDA: ¿Quién os ha dicho eso?

CATALINA: En Londres nadie habla de otra cosa.

MIRANDA: Habladurías. Soy un oficial al servicio de la Corona de España.

CATALINA: Al que la Corona de España persigue para prenderlo. (RIE) Pero hay que reconocer que son torpes, o admitir que vos sois muy hábil. Me inclino por la segunda conjetura.

MIRANDA: Su Majestad Imperial me honra con el comentario.

CATALINA: Me gustan los hombres hábiles.

MIRANDA: Y a mí las zarinas sagaces.

CATALINA: (RIE) Soy insensible a la adulación; los que me rodean no saben hacer otra cosa: me aburren. En cambio, la verdad me seduce. Decidme la verdad: Vestís uniforme de Oficial español y os hacéis llamar Conde, pero no sois ni lo uno ni lo otro ¿Me equivoco? Sois un simple desertor.

MIRANDA: Confío poder demostraros que simple no soy.

CATALINA: Eso ya lo habéis hecho. Ningún simple se metería en un bolsillo al Príncipe Potemkin, que es el hombre al que más he amado y uno de los más inteligentes que conozco…ningún simple llegaría hasta mí sin más armas que su sonrisa, su verbo y el extraño fuego que brilla en sus ojos.

MIRANDA: Ahora sois vos quien me adula.

CATALINA: Sí. Porque no sois todavía tan insensible como yo.

MIRANDA: Eso os decepciona.

CATALINA: ¡Al contrario, me divierte! Son pocas las cosas que me divierten.

MIRANDA: Me gustaría conocer cuáles son las otras, para complaceros.

CATALINA: Sois un gran seductor. La seducción me divierte. Y la conspiración también. ¿Qué necesitáis?

MIRANDA: No he dicho que necesite nada...al menos de Vuestra Majestad.

CATALINA: No hace falta; yo sé perfectamente lo que necesitáis. Yo también combato a España, a mi manera,  y apoyaros me dará un gran placer. Pienso que podéis vencerlos. Me gusta el juego, y apostar a Miranda es como apostar a David contra Goliat. Pero os pido algo a cambio: no os vayáis todavía.

MIRANDA: Debo continuar con mi misión.

CATALINA: Pero si no tenéis ni un mes aquí. Prometedme que os quedaréis hasta que termine el invierno.

MIRANDA: No puedo hacerlo, tengo la costumbre de cumplir mis promesas. Y antes de conoceros hice una que no pienso
quebrantar.

CATALINA: ¿Una dama? Os advierto que puedo ser sangrientamente celosa.

MIRANDA: No, un continente.

CATALINA: (SUELTA SONORA CARCAJADA) ¡Touché! Mis celos no son geográficos.

MIENTRAS CAMBIA LA ESCENA, SUENA MINUET DE BOCHERINI.


VI.

DESPACHO DE CATALINA, ESTA SENTADA TRAS UN GRAN ESCRITORIO. MIRANDA, DEL OTRO LADO LA
OBSERVA ORDENAR UN LEGAJO.

CATALINA: (ENTREGA A MIRANDA VARIOS DOCUMENTOS. CIERRA UNA CARTA Y LA LACRA Y SELLA CON SU ANILLO.)

CATALINA: Quería asegurarme por mí misma que todo estaba en orden. Aquí tenéis los visados, las credenciales y  las recomendaciones. Aquí están también las cartas de crédito a vuestro favor. Espero que  gastéis con prudencia. Pero si llegáis a necesitar más…

MIRANDA: Será suficiente.

ENTRA POTEMKIN.

POTEMKIN: (A MIRANDA)  He sabido que os marcháis.

CATALINA: El Príncipe Potemkin lo sabe todo, es como Dios.

POTEMKIN: (A CATALINA) Y vos sois mi diosa. (OBSERVA A MIRANDA)

MIRANDA: Sí, Su Alteza. Mis asuntos me llaman.

POTEMKIN: El embajador español está furioso. Pregunta con qué derecho usurpáis los títulos que ostentáis.

MIRANDA: Ya le he respondido a eso. Le he dicho que si la pregunta fuera formulada decentemente, no habría carecido de medios para satisfacer su "vanidad o incredulidad”.

CATALINA RIE. POTEMKIN LA IMITA.

CATALINA: Por lo del uniforme no os preocupéis. Potemkin, aseguraos de darle a Miranda un uniforme ruso y una autorización para usarlo. Y escribidle a ese ministrillo  ¿Como se llama?

POTEMKIN: Floridablanca.

CATALINA: Decidle esto: que sujeto tan peligroso para la corte española no estaría en ninguna parte mejor que en la lejana Rusia.

MIRANDA Y EL PRINCIPE SE MIRAN Y SONRIEN.

CATALINA: Ahora iros, detesto las despedidas.

MIRANDA SE DESPIDE CON UNA REVERENCIA.



VII.

CALABOZO. MISMA SITUACIÓN DE ESCENA IV.

ENTRA CAPELLÁN. TRAE CONSIGO VARIOS DOCUMENTOS. CATA SE APARTA A UN RINCON, INTENTANDO
DISIMULAR SU PRESENCIA.

CAPELLÁN: Al fin nos conocemos, General. (SE ACERCA A MIRANDA PARA DARLE LA MANO) Soy Juan de Paula,
Capellán de la prisión.

MIRANDA: Francisco de Miranda.

CAPELLAN: Sé quien sois. Me han entregado un historial extenso. ¿Queréis que os lo lea?

MIRANDA: Si eso os da placer...Creo conocer bastante sobre mí mismo, pero puede ser interesante saber qué dicen vuestros colegas de mí. Tomad asiento.

MIRANDA OFRECE LA SILLA A CAPELLÁN Y SE SIENTA EN EL CATRE.

CAPELLÁN: (TOMA ASIENTO Y LEE, ACERCANDO MUCHO LOS PAPELES A SU ROSTRO) Veamos: “Lecturas
prohibidas...conspiración...desobediencia e insubordinación..." esto es viejo. "Filósofo epicúreo..."

MIRANDA: Me honráis con lo de filósofo.

CAPELLAN: (SONRIE Y SIGUE LEYENDO)  " Principal instigador de la rebelión  de los territorios de Ultramar contra Su Majestad. Autor de  un proyecto de constitución democrática para el conjunto integrado de los pueblos hispanoamericanos en el que propone instituciones locales compatibles con un gobierno supranacional..." (OBSERVA A MIRANDA) ¡Ingenioso!

Prosigo: " Militar de carrera. Después de desertar de la Armada Española acusado de traición, ha servido a Rusia, Francia y  últimamente al ejército rebelde de la Capitanía General de Venezuela.  (HACE PAUSA PARA LEVANTAR LA VISTA Y OBSERVAR A MIRANDA, CON ADMIRACIÓN) ¡Mariscal de Francia y Generalísimo de Venezuela, vaya, vaya!

MIRANDA SE MANTIENE ENSIMISMADO. CAPELLÁN RETOMA LA LECTURA.

“Mariscal de Campo y Comandante en jefe de la Armada del Norte de la primera República Francesa del año II: Héroe de Valmy.  Gobernador de Amberes y Comandante de Lieja...  Tuvo bajo sus órdenes al Lugarteniente General Philippe-Egalité, más tarde el rey-ciudadano Louis-Philippe d’Orléans.

Amigo del Duque de Wellington y del Ministro de Hacienda británico Vansittard, Amigo de Federico el Grande y del Rey Jorge III de Suecia, así como del Conde de Bernstorff de Dinamarca y del poeta danés Baggsen, del filósofo británico Jeremy Bentham, del economista James Smith y de madame de Staël... “¡Nada mal! Si no fuera un pecado capital, os envidiaría con mucho gusto.

MIRANDA: No os privéis de ningún placer a causa mía, os lo ruego…
 

CAPELLÁN: ..."Confidente y oficial del Estado Mayor de Catalina II de Rusia y  también consejero de William Pitt, Primer Ministro de Inglaterra. Dueño de una de las bibliotecas más importantes de  Europa en cuanto a libros profanos  se refiere. Muy versado en Helenismo...

MIRANDA: (MOLESTO) ¡Basta! ¿No tenéis ya suficientes cargos para explicar mi reclusión? Ya el ser un gran Helenista me garantiza la cadena perpetua ¿No?

CAPELLÁN: ¿De qué os quejáis? Si parece que quien escribió este informe fuera vuestro más fiel admirador... (CIERRA EL LEGAJO) Como lo soy yo, desde luego: Sois sin lugar a duda el hombre más ilustre que ha pisado este humilde arsenal y me honra teneros aquí.

CATA ESTORNUDA. CAPELLÁN SE PERCATA DE SU PRESENCIA Y LA OBSERVA CON INTERÉS Y PICARDÍA.

...Hablando de honra. Veo que tenéis compañía.

MIRANDA: Cuando haya muerto estaré solo un buen rato.

CAPELLÁN: No si sois un hombre piadoso...

MIRANDA: ¿Me sugerís que me prive de vivir en la vida para desquitarme en la muerte?

CAPELLÁN: Me refería a la Vida Eterna.

MIRANDA: No sabéis lo que decís. Vosotros los religiosos habláis de algo que nadie conoce como si os refirierais a vuestro propio vecindario. Además, lo de "Eterna" no me ha resultado nunca verosímil ni atractivo. ¿De que sirve la mañana si no pasa para dar lugar al mediodía? Pero no os inquietéis: morir sería lo último que haría.

CAPELLÁN: (RIE) ¡Bah! ¡Sois irredimible! Pero no he venido a redimiros.

MIRANDA: Gracias a Dios

CAPELLÁN: Os traigo correspondencia. (ENTREGA CARTA ABIERTA)

MIRANDA: (LA TOMA Y LA OBSERVA) ¿¡Abierta!? ¿Desde cuando los policías de la Inquisición saben leer?

CAPELLÁN: Sois un prisionero importante. Y peligroso. Todos temen que organicéis unA revolución, una fuga o algún otro desastre.

MIRANDA: (LEYENDO) Si decidiera hacerlo tened por seguro que no lo pondría por escrito para que vuestros perros lo
olfatearan.

CAPELLÁN: Sois un ingrato. No se os priva de nada: recibís correspondencia, la enviáis, se os atiende bien. Se os permite incluso...

(SEÑALA A CATA)

MIRANDA: ¿Estáis celoso? ¿Os molesta que un prisionero tenga más libertad que la que vuestra iglesia os otorga?

CAPELLÁN: Mi voto es voluntario.

MIRANDA: (SEVERO) El mío no: escogí la libertad como forma de vida, por eso me tenéis en prisión. No queréis ser libres y no toleráis que nadie lo sea.

CAPELLÁN: No pienso entrar en polémicas ni caer en provocaciones. Sin embargo he leído que vuestro pueblo se está matando en nombre de esa libertad de la que tanto habláis.

MIRANDA: No es así. Se matan por falta de inteligencia, que es muy distinto. Por ignorancia. Repiten los errores de los franceses; se los advertí mil veces, pero no me oyeron. Por eso escogí el camino del armisticio... Soy enemigo de las carnicerías, de las violaciones, de los saqueos y del robo de obras de arte. Por eso me opuse a Napoleón. Por eso me vendieron a los españoles. Y lo pagarán caro. Puede que ese error tarde generaciones en repararse.

CAPELLÁN: ¿No era mejor dejar las cosas como estaban?

MIRANDA: Sí, claro. Violando indias, asesinando negros, vejando a los mestizos y a los mulatos, humillando a todos los que no fueran peninsulares. ¿En nombre de quién? En nombre del Padre, del Hijo y de su Pútrida Majestad Católica.

CATA: (SE SANTIGUA) ¡Podrían oíros!

MIRANDA: (IRONICO) ¿Sí? Me enviarían a prisión, seguramente.

CAPELLÁN: ¿Y cuál es la salida? Vuestro escenario es del todo pesimista y desesperanzador.

MIRANDA: Nada de eso. La respuesta es seguir el consejo de los hombres lúcidos de la Historia. Hombres como Montesquieu, como Montaigne, como Rousseau, como Jesús ¿Por qué no?.. Y como Miranda.

CAPELLÁN: (BURLÓN) En buena compañía os colocáis.

MIRANDA: Ha sido siempre mi manera de actuar. El que a buen árbol se arrima...

CAPELLÁN: Me extraña que citéis a Jesús.

MIRANDA: Lo extraño no es que lo cite yo, sino que lo citéis vosotros. Si naciera de nuevo, volveríais a crucificarlo.

CAPELLÁN: Lo que no entiendo es qué tiene que ver Su Doctrina con la vuestra. Sois un político.

MIRANDA: El también lo fue. Sus ideas hicieron caer a un imperio. ¿Sabéis cuál es de sus frases mi favorita?

CAPELLÁN: ¿Cuál?

MIRANDA: "La verdad os hará libres" La he practicado toda mi vida. Tal vez por eso esté en prisión: la verdad no es muy apreciada por mis contemporáneos.

CAPELLÁN: Os dejo. Imagino que queréis estar a solas con vuestra...

MIRANDA: Vuestra imaginación es muy pobre en esa materia: falta de experiencia.

CAPELLÁN SALE.

MIRANDA: (A CATA) No es un mal hombre; sólo un cobarde.

CATA: Tal vez también lo sea yo. Me da miedo que me reconozca en el pueblo.

MIRANDA: No os inquietéis ¿No lo habéis visto leer? Es completamente miope. No distinguiría su propio rostro a una cuarta del espejo.

ENTRA CARCELERO CON BANDEJA DE COMIDA, VINO Y UTILES DE ESCRITURA.

MIRANDA: ¡A buena hora!

CARCELERO: No se queje vuestra excelencia. (COLOCA LA BANDEJA SOBRE LA MESA) Como sabía que tardaría un poco os he traído el postre primero (SEÑALA A CATA) ¿Os ha gustado?

MIRANDA: Nunca toco el postre antes de comer.

CARCELERO: Pero uno se entretiene mirando ¿No? (MIRA LASCIVAMENTE A CATA)

MIRANDA: Mirando se entretienen los mirones. La señorita y yo hemos disfrutado de una instructiva conversación.

CARCELERO: Dicen que sois un gran conversador y que vuestras palabras embrujan a la gente. Vuestro discurso a la Convención Francesa es una leyenda...

MIRANDA: (SE SIRVE VINO Y SE LLEVA UN SORBO A LA BOCA) Sois un carcelero muy bien informado.

CARCELERO: Soy un profesional. Debo saber todo acerca de mis huéspedes. Por otro lado, Vuecencia es un personaje célebre: en Cádiz no se habla sino de vos. Basta con abrir las orejas en cualquier taberna para enterarse. ¿Es verdad que os querían (HACE GESTO DESCRIPTIVO) cortar la cabeza?

MIRANDA: Es verdad. Me acusaban de traición.

CATA: ¿Y vos qué les dijisteis?

MIRANDA: La verdad, pero no toda. Sólo la que necesitaban oír.

CATA: ¿Y os liberaron?

MIRANDA: Sí... María Antonieta estuvo en el mismo tribunal... (SOMBRIO) pero no corrió con tanta suerte como yo.

CARCELERO: ¿María Antonieta, la austríaca? ¿La conocisteis?

MIRANDA: No íntimamente.

CARCELERO: ¡Al menos una que dejasteis pasar! ¿Es verdad que tenéis un guante tejido con vello púbico de vuestras amantes, uno por cada una de ellas?

MIRANDA: Sólo de las sobresalientes.

CARCELERO: Imagino que seréis un juez muy riguroso. Espero que mi sobrina (SEÑALA A CATA) obtenga el premio.

MIRANDA: (INDIGNADO) ¿¡Vuestra sobrina!? ¿No os da vergüenza?

CARCELERO: ¡Pero si es un honor!

MIRANDA: Los pueblos no tendrán libertad mientras las mujeres sigan siendo esclavas. Mientras las tratéis como objetos seréis objetos vosotros mismos  para quienes os gobiernan.

CARCELERO: Pero vos habéis tenido a cientos de ellas y las habéis dejado a todas.

MIRANDA: Pero nunca las traté como objetos. El secreto de mis conquistas es ese: traté a todas mis mujeres como a reinas.

CARCELERO: Y a algunas reinas como a mujeres, según dicen.

MIRANDA LO FULMINA CON LA MIRADA. FINALMENTE ESBOZA UNA SONRISA.

CATA: Dicen que también sois músico.

MIRANDA SE DIRIGE AL BAUL Y EXTRAE SU FLAUTA. TOCA UNA PIEZA DE HAYDN.

MIRANDA: Tuve la fortuna de conocer a Haydn. Un gran compositor. Aunque mi contemporáneo, el niño prodigio Mozart, lo ha superado en mi opinión. (TOCA  ARIA DE PAPAGENO DE FLAUTA MAGICA DE MOZART)

ENTRA CAPELLÁN.

MIRANDA: (INTERRUMPE LA EJECUCION) ¿Otra vez el Santo Oficio? ¿Qué se os ofrece? No me digáis que esta música está prohibida por no ser sacra...

CAPELLÁN: No es eso, mi General... es vuestra esposa.

CARCELERO Y CATA SE MIRAN.

MIRANDA: ¿Sarah? ¿Qué hay con ella?

CAPELLÁN: Está al teléfono (SEÑALA UN LUGAR MAS ALLÁ DE LA PUERTA) MIRANDA: ¿Al teléfono? ¡¿Pero en qué siglo estamos?!

CAPELLÁN Y MIRANDA SALEN POR LA PUERTA. CARCELERO Y CATA RIEN. CARCELERO ENCIENDE UN CIGARRILLO.