Wednesday, December 15, 2010

El Caso MIRANDA ( 2 )

VIII.

LA CELDA SE HA CONVERTIDO EN UNA SALA DE REUNIONES MUY HIGH TECH. UNA MESA CENTRAL CON

COMPUTADORAS, UNA PANTALLA GIGANTE EN LA PARED DEL FONDO, ETC.

SENTADO A LA MESA, SOBRE LA QUE VEMOS DOCUMENTOS DE DISTINTA INDOLE, CAPELLÁN LEE UN
PERIODICO.

ENTRA MIRANDA, VESTIDO CON ATUENDO CONTEMPORÁNEO.

CAPELLÁN: La situación  es caótica en Sudamérica.

MIRANDA: Colombia, queréis decir.

CAPELLÁN: Lamento informarle que para el día de hoy (LEE EN EL PERIÓDICO) 28 de marzo de 2013, su proyecto de federación no ha llegado a  materializarse.

(MUESTRA MAPA A MIRANDA)

MIRANDA: La integración regional es prerrequisito de la autonomía política de los pueblos del continente (SEÑALA ALGO EN EL MAPA) ¿Quiere decir que la Nueva Granada adoptó el nombre de Colombia y las demás capitanías conservaron el suyo?

(SIGUE RECORRIENDO EL MAPA CON SU DEDO INDICE) ¿Qué es esto? ¡¿Bolivia?!

CAPELLÁN: La bautizaron así en honor a Bolívar. Y ahora Venezuela ha cambiado también su nombre por el de República Bolivariana de Venezuela.

MIRANDA: ¿Debo sentirme orgulloso por el éxito de mi pupilo? ¿Y Francia? ¿Se llama ahora República Robespierriana? Yo aconsejaría a vuestros contemporáneos que tomasen nota de las lecciones del pasado.

CAPELLÁN:   ¿Aconsejarnos? ¿Qué puede enseñarnos un hombre del siglo dieciocho?

MIRANDA: Por lo que he leído en los pocos días que llevo en esta época, el pensamiento político humanista se detuvo poco después de mi muerte.

CAPELLÁN: Se ve que no habéis conocido a Marx.

MIRANDA: Lo he estado leyendo. Los alemanes se han destacado mucho en la música y en la filosofía. Pero en la política, y sobre todo en la que tiene que ver con el Nuevo Mundo... ¿Cuál es el resultado? ¿Cuba?

CAPELLÁN: Es injusto de su parte: Sería como juzgarle a Ud. por la suerte de Venezuela.

MIRANDA: Es distinto. Las ideas de Marx se pusieron en práctica; las mías, no.

CAPELLÁN: Veamos. ¿Cuál era su idea central?

MIRANDA: Libertad, por supuesto.

CAPELLÁN: Por lo visto, no todos los pueblos ansían la libertad.

MIRANDA: ¡Patrañas! ¡Nadie quiere ser esclavo!

CAPELLÁN: ¿Y por qué se dejan esclavizar, entonces?

MIRANDA: Por ingenuidad, por miedo, a veces por indolencia.

CAPELLÁN: ¿Y cómo evitarlo?

MIRANDA: Enseñándoles que no existen Libertadores, que la libertad debe conquistarla cada quien.

CAPELLÁN: Acaba de resucitar y ya es neo-liberalista.

MIRANDA: De ninguna manera. Soy Mirandista. Y si cada fulano y fulana en el mundo fuera fulanista, tendríamos libertad.

CAPELLÁN: ¿Y la sociedad, y las leyes?

MIRANDA: Una sociedad de hombres y mujeres libres sólo puede producir libertad. La libertad es la ley que contiene todas las leyes.

CAPELLÁN: La frase es bella, pero me temo que eso ya se intentó.

MIRANDA: ¿Dónde?

CAPELLÁN: En los Estados Unidos. Al principio, cada quién pensando sólo en si mismo; después, cada quien pensando solo; finalmente, cada quien solo, sin siquiera pensar.

MIRANDA: ¿Y a qué se dedican?

CAPELLÁN: Ven televisión. Se dedican a observar una representación artificial de la vida: de esa manera se ahorran el trabajo de vivir. Y cuando dejan de ver televisión se dedican a matarse entre ellos: (LEE) " El homicidio es la segunda causa de mortalidad para los adultos con edades comprendidas entre los 15 y los 24 años, y la tercera para los niños de 5 a 14 años; la edad media del asesino detenido ha pasado de 32 años en 1965 a 27 años hoy día; los asesinatos cometidos por bandas de jóvenes se han cuadriplicado en los últimos veinte años. Y para completar el cuadro, la tasa de suicidio entre los jóvenes se ha triplicado desde los años cincuenta."

MIRANDA: ¿Y a eso llaman libertad?

CAPELLÁN: Lo llaman el "sueño americano".

MIRANDA: Más bien parece una pesadilla.

ENTRA CARCELERO. ACCIONA UN CONTROL REMOTO Y ENCIENDE GRAN PANTALLA DEL FONDO.

CARCELERO: Al parecer, suceden cosas en su país, mi General.

EN PANTALLA VEMOS ESCENAS DE ENFRENTAMIENTOS VIOLENTOS EN CALLES DE CARACAS.

MIRANDA: Ya lo decía yo; no han dado un paso desde mis días. Sólo han cambiado la guillotina por ametralladoras.


(ENTRA CATA. CARCELERO SUPRIME EL SONIDO DE LA PANTALLA. ESTA SEGUIRÁ MOSTRANDO LAS

IMAGENES MUDAS DURANTE TODA LA ESCENA)

CATA: El embajador de Estados Unidos en Venezuela está aquí.

CAPELLÁN: (A MIRANDA, QUE LO MIRA EXTRAÑADO) Debe disculparme, General...no he dado detalles, sólo he dicho que es usted un hombre que sabe mucho de política hispanoamericana y que...en fin, no he podido ocultar su presencia, es que...

MIRANDA: Ya, ya caigo. ¿No decíais que un hombre del siglo dieciocho no tenía nada que enseñarles a vuestros contemporáneos? Vienen a pedir consejo; lo mismo ocurrió con los criollos que me habían combatido...Cuando se sintieron desesperados vinieron a verme.

(A CATA) Que pase.

ENTRA EMBAJADOR.

EMBAJADOR: (CON MARCADO ACENTO) Buenos días. (SE DIRIGE A MIRANDA Y LE EXTIENDE LA MANO) Señor
Miranda...presumo.

MIRANDA: General (SACERDOTE LE HACE SEÑAS PARA QUE DISIMULE) es decir...

EMBAJADOR: Entiendo que es usted descendiente del célebre General, pero no sabía que los latinoamericanos heredaban los títulos militares, disculpe usted.

MIRANDA: No tiene importancia, puede llamarme Miranda a secas, como todo el mundo. Tome asiento, por favor.

MIRANDA Y  EMBAJADOR SE SIENTAN EN EXTREMOS OPUESTOS DE LA MESA. CAPELLÁN LO HACE AL LADO
DE MIRANDA.

EMBAJADOR: Debo confesarle que conozco poco de las costumbres de su país

MIRANDA: ¿Cuánto tiempo lleva como embajador?

EMBAJADOR: Sólo tres años.

MIRANDA: (CON MEZCLA DE ASOMBRO Y DISIMULADA RISA) Entiendo. ¿Y cuál es su problema?

EMBAJADOR: La verdad es que la región se hace cada vez más ingobernable.

MIRANDA: Si he de serle franco, considero que su país es particularmente tosco en cuestiones internacionales. Me acuerdo que ya lo era en tiempos de Adams, cuando emprendí mi viaje de liberación.

EMBAJADOR: ¿Habla usted de Adams, el presidente de mil ochocientos y pico?

CAPELLÁN: Miranda se refiere a su antepasado. En español tenemos una forma peculiar de tratar los tiempos verbales...

MIRANDA: Y ustedes, como le decía, tienen una muy peculiar manera de tratar a sus vecinos del continente. Mientras Europa crece y se une, ustedes se aíslan y propagan mundialmente el anti-americanismo, lo que es una lástima, ya que en una época América fue sinónimo de libertad.

EMBAJADOR: Todavía lo es.

MIRANDA: Nadie puede ser libre rodeado de esclavitud. Los pueblos que mueren aplastados por tiranos que ustedes apoyan o que toleran no tienen más que dos alternativas: o se levantan contra sus gobernantes y, por ende, contra ustedes, o invaden el país de ustedes huyendo de la esclavitud. Al Imperio Romano le pasó algo parecido.

EMBAJADOR: Mi país no se considera un imperio.

MIRANDA: Lo importante no es lo que ustedes consideren ser, sino lo que los demás consideran que ustedes son. ¿No ha oído hablar del Imperialismo Yanqui?

EMBAJADOR: ¡Bull shit! ¡Propaganda de nuestros adversarios!

MIRANDA: Puede que sí, pero debe reconocer que esa propaganda es más eficiente que la de ustedes. Parece mentira que siendo el país pionero y líder en materia de publicidad sea tan torpe haciendo publicidad de si mismo. A menos que el producto que quieren vender esté tan podrido que ninguna publicidad pueda hacer que lo compren.

EMBAJADOR: ¡Pero si todo el mundo toma Coca Cola, come en Mc Donalds y llena los cines para ver películas de Hollywood!

MIRANDA: Cada día menos, pero eso nos es lo más importante. Lo que cuenta  es que las películas de Hollywood cada vez son más críticas de la sociedad norteamericana; que todos los medios hablan en contra de la comida basura y que los periódicos no reseñan otra cosa que la corrupción en su país. La comedia "Los Soprano segunda generación" se gana todos los premios Emmy... ¿Quién quiere imitar a una sociedad que se autoproclama mafiosa?

CAPELLÁN: (APARTE, A MIRANDA) Veo que se ha puesto al día rápidamente

EMBAJADOR: ¡...Pero si de eso se trata la libertad, Señor Miranda!

MIRANDA: La libertad no sólo consiste en que la gente pueda hablar, sino en que los gobernantes escuchen.

EMBAJADOR: (HACE PAUSA, ALGO TENSO) Muy bien, Señor Miranda. Lo escucho. ¿Qué tiene Ud. que decirnos?

MIRANDA: Se lo diré en presencia de su jefe, así no tendré que contar el cuento dos veces. (APARTE, A CAPELLÁN) 

¿Quién es el actual presidente?

EMBAJADOR: (ALGO OFENDIDO) Bien...Podría arreglar una reunión con Mrs. Clinton la semana que viene.

MIRANDA: ¡Mrs. Clinton! Estoy seguro que nos entenderemos a la perfección.

EMBAJADOR: Debo despedirme; me esperan asuntos urgentes. (SE LEVANTA. MIRANDA Y CAPELLÁN HACEN LO MISMO)

Le informaré tan pronto me acuerden la cita.

MIRANDA: Tenga usted buen día, Señor Embajador.

SALE EMBAJADOR.

MIRANDA: (A CAPELLÁN) ¿Qué os parece? Otra emperatriz en mi camino.

CAPELLAN: Me parece que ha sido usted muy severo con él.

MIRANDA: Tiene suerte de que no sea yo su jefe. ¡Tres años! Nunca me llevó más de una semana entender las reglas de juego de los países que visité. Acabo de llegar a este siglo y ya sé más de su país que él mismo. Espero que su Soberana, es decir, su presidenta...

CATA: Le he echado hoy las cartas a Ud., mi General, y ha salido la Reina de Espadas...Una mujer de poder.

CAPELLÁN: Esas prácticas están...es decir... estuvieron prohibidas por la Inquisición. Además, Miranda no tuvo nunca fama de supersticioso.

MIRANDA: Tal parece que sabéis más sobre Miranda que yo mismo. Debo confesaros que las predicciones  que me hizo el astrólogo en Escandinavia se cumplieron  en su mayor parte.

CATA: ¿Qué signo es, Mi general?

MIRANDA: Aries, regido por Marte, dios de la guerra. Con ascendente en Leo, del mando y Luna en Sagitario, de los viajes.

CATA: ¡Un General viajero, ese es  Usted!

CAPELLÁN: Por cierto. ¿Tiene visa americana?

MIRANDA: ¿Visa? Ni siquiera tengo pasaporte, pero podemos fabricar uno.

CAPELLÁN: Me temo que en esa materia su pericia como falsificador no le será de gran ayuda en estos días. Pediremos uno al gobierno español.

MIRANDA: ¿¡Al Gobierno Español!? ¡¿Habéis perdido la cabeza?!

CAPELLÁN: Por el contrario, la tengo mejor puesta que nunca. España es aliada de los Estados Unidos.

MIRANDA:    " ¡Cosas veredes, Sancho!..."  Pero... ¿Y mi expediente? ¿Y Floridablanca y sus secuaces?

CAPELLÁN: Por suerte no ha resucitado todavía: tiene doscientos años en el infierno, que Dios me perdone.

MIRANDA: Veo con placer que la Iglesia se ha modernizado. ¿Siguen proscritos mis amigos los Jesuitas?

CAPELLÁN: No, pero continúan conspirando, no se preocupe.

MIRANDA: Bien. Ocupaos de todo. Yo debo ponerme al día sobre actualidad norteamericana. Estaré en la biblioteca.

Por cierto, ese asunto de la  Internet es de lo más útil.

CAPELLÁN: ¿Ha aprendido a manejarla? Yo no lo logro todavía.

CATA: (ORGULLOSA) Le he enseñado yo.

MIRANDA: La señorita me ha enseñado cosas muy valiosas. Permiso. (SALE)

CAPELLÁN: No lo pongo en duda. En cuanto a que sea señorita...sería una mancha en el inmaculado currículum de Miranda.

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